30 de agosto de 2009

La provincia, al borde del colapso


Hoy estuve todo el día intentando actualizar el blog, pero la conexión de Internet andaba en cámara lenta. Tampoco tenía previsto grandes cosas para decir, pero me he acostumbrado a redactar regularmente, aunque más no sea unas pocas líneas. Esta jornada dominical ha sido agradable en cuanto a las temperaturas, y como es habitual, ante la proximidad de la primavera, habrá que empezar a organizar el placard para guardar las prendas que ya han quedado "fuera de temporada". De todas maneras, los últimos días de agosto son traicioneros, y es probable que haya un par de días de frío intenso, que pueden prolongarse hasta mediados de septiembre. Comienza mañana una semana en la cual se definirán varias cuestiones que permanecen ocultas bajo la complicidad de muchos medios adictos al Gobierno pero que no tardarán en salir a la luz, como el desmesurado déficit fiscal de la Provincia de Buenos Aires, los "manotazos de ahogado" del Gobernador Scioli para evitar la emisión de las denominadas "cuasimonedas", y el inminente anuncio de nuevos impuestos y gravámenes que afectarán los bolsillos de todos los bonaerenses. La Provincia ha despilfarrado dinero de las arcas públicas durante buena parte de los años de bonanza de los K, para sustentar en el imaginario popular la concepción de que la obra pública soluciona los problemas y flagelos de la sociedad, y que unas cuadras de pavimento aquí y una placita allá borran de un plumazo la desidia, la ignorancia y la falta de educación que reciben los niños y jóvenes bonaerenses. En efecto, las escuelas públicas adolecen de serias irregularidades en toda la provincia, no resulta extraño sospechar de sobreprecios en la construcción de edificios escolares, y lamentablemente la mayoría de los chicos concurren para comer y porque el Estado les paga (sin que hayan hecho mérito alguno) para estudiar. Reciben dinero, que supuestamente debería ir destinado a la compra de libros y útiles escolares, y que gastan en cigarrillos, celulares, o en ropa. Vale decir, objetos que no están ni siquiera remotamente relacionados con la educación. Estas políticas en materia de educación, lejos de promover el acceso al conocimiento, han sido pensadas para fomentar el clientelismo, la vagancia y la marginalidad. ¿Llegará el día en que algún Gobernador se ocupe de hacer una auditoría (porque está visto que el Tribunal de Cuentas hace la vista gorda) y que se den a conocer públicamente los números, para que de este modo rindan cuentas de todos los gastos superfluos que tenemos que pagar todos quienes habitamos este bendito suelo?

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