Soy fanático de Charly García desde 1994, precisamente el año en que editó su "ópera rock", La hija de la lágrima. Creo que fueron los últimos destellos de genialidad, más allá de que hubo discos posteriores que abundaban en covers de músicos que el propio Charly admiraba. Por esas cosas del destino, una sola vez lo vi en un show en vivo: Fue en febrero de 1999, en el marco del ciclo "Buenos Aires Vivo", en Puerto Madero. Quería estar lo más cerca posible del escenario, que era imponente, pero al mismo tiempo temía ser víctima de una avalancha. Ese día, en el concierto gratuito en la asfixiante Buenos Aires, había más de 300.000 personas en el predio. Fue una experiencia que no me olvido nunca más. Nunca vi tanta gente junta, desde señores que ya peinaban algunas canas, hasta pendejos como yo, que en ese momento tenía 20 años.
El tema que más me gusta de Charly, y que rara vez lo toca en vivo, es "No soy un extraño" (1983). Dura casi tres minutos y es alucinante. Palo y a la bolsa. Cuando mister Say No More canta: "Desprejuiciados son los que vendrán, y los que están ya no me importan más, los carceleros de la humanidad no me atraparán, dos veces con la misma red", se me eriza la piel. El tipo, en 3 minutos, te cuenta una historia que te la podés imaginar una y mil veces, que gira en torno al exilio, es como una versión del tango "Volver" en clave de rock (quizás esté exagerando). No voy a reproducir la letra completa porque resultaría algo tedioso, pero pueden buscarla en Google.
Los carceleros de la humanidad todavía existen. Están en todas partes. Son los tipos que si quisieran, aprietan un botón y vuela todo por los aires, como Trump y el otro demente de Corea del Norte. Pero Rusia, ya habiendo dejado atrás el capítulo comunista desde 1989, es la gran potencia a la que temen los yanquis. Es una suerte de Guerra Fría "light", no como en la década del '80. En realidad, Rusia y EE. UU. se necesitan mutuamente. Fueron aliados en la Segunda Guerra Mundial, y hoy se miran de reojo como aquel que sabe qué cartas tiene el otro. Juegan al póker jugándose la suerte del resto del mundo, que con excepción de China, no tendría ninguna chance de evitar un colapso. Trump es un populista al estilo Kirchner, que entretiene a la gilada diciéndoles lo que les gusta escuchar. Probablemente el tan mentado muro en la frontera con México no se construya nunca, pero fue un recurso suficientemente útil para exacerbar el patriotismo norteamericano y fiel a la vieja doctrina Monroe, aquello de: "América para los americanos". Pensar que un profesor que tuve en la Secundaria nos hizo notar la supuesta grandeza de esa frase, ignorando que los yanquis denominan a su propio país "America", y rara vez se refieren al continente con ese término. Al resto, lo llaman "The Americas". En fin, no sé cómo desde mi admiración confesa por Charly pasé a meterme en cuestiones de política internacional, pero bien vale poner el bocho en "efecto random" (aleatorio), y que salga lo que salga. Punto final.
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