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5 de marzo de 2018
El hecho de sentir que estás haciendo algo por vos mismo
Buen lunes, amigos. Como le comenté en mi nota anterior, el fin de semana estuvo particularmente cargado, con toda esta movida de las Olimpíadas. Pero me resultó saludable para mi físico, tener que ir de un lado para otro, sobre todo en la apertura, para poder conseguir las mejores fotos posibles, dentro de las limitaciones que tiene mi cámara. Por otra parte, aunque toda la jornada del sábado se volvió maratónica y se extendió más allá de lo aconsejable, bien valió la pena ver el show de Javier Calamaro. No tenía demasiadas expectativas, creí que era un mero "portador de apellido" de su hermano Andrés, pero me sorprendió gratamente. Es muy profesional, carismático, y amable en el trato. Y el sonido, fue impecable. Nada de acoples de micrófonos o esas cosas que suelen pasar "en las mejores familias". Javier ha grabado discos de tangos, pero en clave de rock, al mejor estilo de lo que Divididos hizo cuando grabó "El arriero", de Yupanqui. La fascinación por la música porteña de parte de los rockers argentinos viene desde la época de Charly García, aunque ahora está más aceptado por el público masivo.
En fin, esa misma noche llegué a mi casa con bastante cansancio, ese cansancio que de algún modo es bienvenido porque te asegura que vas a dormir bien, ventilador mediante. Antes de acostarme, fui delineando y puliendo las notas que publicaría, sin desgrabar casi nada salvo datos específicos, porque quería transmitir a los lectores mi propia impresión de lo que tuve ocasión de ver. Hice una selección de fotos (un total de 178, de las cuales casi 100 fueron descartadas), por lo cual el domingo posterior, una buena porción del trabajo ya estaba hecho. Y como sostengo siempre, si bien se trata de un evento deportivo, un espectáculo musical de estas características le otorga más brillo al certamen.
Pero las notas no pueden permanecer eternamente en un medio de actualidad, por ello hoy hubo que salir a buscar otro tipo de material, es lo que hace a la naturaleza misma de un diario, sea digital o en papel.
Y cuando necesito distensión, retomo las páginas de algún libro olvidado, recorro el dial de la radio AM buscando algo interesante, o escucho la música que me acompaña de toda la vida. Sin embargo, últimamente me gusta escuchar más a la gente hablar (algo coherente en la radio), antes que revolver la discoteca. Quién te dice, si me pasa lo mismo que a Calamaro, y empiezo a comprar discos de tango, ese sentimiento triste que se baila. Punto final.
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