Con el paso de los años, uno se vuelve más quejoso. Empieza a molestarte la gente impuntual, descortés, y desagradecida. En realidad, esas personas siempre estuvieron, sólo que antes tu capacidad de tolerancia era mayor.
No es saludable dejarse llevar por la indignación, pero también es cierto que si te tragás la bronca, un día terminás explotando con quien menos se lo merece. Tampoco es bueno traer los problemas del trabajo a tu casa, aunque resulte inevitable que cuando te pregunta tu familia por algo en particular, no reacciones de la mejor manera.
Y aunque resulte fácil decirlo, no hay que claudicar. Porque si estamos atravesando una crisis en todos los órdenes (creo que es así), no será la primera ni la última. Nuestros abuelos seguramente la pasaron mucho peor, si bien no es un consuelo. Y siempre nos decían, que nosotros, "la juventud", íbamos a poder hacer lo que ellos no pudieron. Traspasar un legado de frustraciones colectivas de una generación a otra, es lo que nos ha llevado a dónde estamos.
En la Argentina de hoy, hay que agradecer el hecho de tener un trabajo, cuando sería natural que ese sea el medio de vida de todos (además de ser un derecho). El famoso "llegar a fin de mes", lo vengo escuchando desde hace años, y sigue igual. Hay gente que no logra hacerlo y se endeuda cada vez más, con los usureros, porque no tienen acceso a un crédito en un banco. Y también están los que disfrutan de la vanidad, de quejarse todo el año de lo mal que está el país pero no se privan de sus vacaciones, o de lo que fuere. Si desde la Casa Rosada nos quieren imponer un ajuste (y no lo digo sólo por los que están ahora, sino por muchos que ya pasaron por ahí), no nos queda otra que ajustarnos. Los años de despilfarro y de corrupción los terminamos pagando nosotros. Y los seguiremos pagando, cuando el Gobierno actual se vaya y entonces se comiencen a destapar todas las ollas. Tarde, como siempre. Ya se fueron y dejaron todo hecho trizas.
Sin embargo, lo que sí podemos hacer, es disfrutar de los momentos de distensión, por breves que sean, porque no vinimos a este mundo para pagar cuentas y para trabajar todos los días. Por suerte, Lobos tiene muchos espacios públicos de acceso gratuito, como plazas, paseos y el Parque, y yo hago uso de ellos. Me desconecto el "chip" de todo lo que me jode, y trato de concentrarme en mi salud, en caminar lo mucho o poco que pueda. Y veo que muchos lobenses hacen lo mismo. Cada uno a su ritmo, con sus ganas, o con la frecuencia que pueda. Nada es tan urgente como para no apagar el celular 30 o 40 minutos. Punto final.
Blog de Lobos, ARG, desde hace 18 años en la Web.
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