11 de marzo de 2018

Un domingo para que el árbol no nos tape el bosque

Tarde de domingo en la ciudad. Ideal para caminar o trotar, y de hecho hice ambas cosas, en la Plaza Tucumán. Había poca gente, era temprano aún poco después del mediodía, pero como fui para ejercitar mi decadente físico, no me  importaba demasiado si había centenares de personas. En realidad, es un buen ejemplo de cómo debemos usar el espacio público. Yo caminé por el perímetro de la Plaza, pero no jodí a nadie, y lo hice en un sector donde está permitido. Tenemos la suerte de vivir en una ciudad que cuenta con muchos espacios verdes, y cuando sentís que estás "pasado de rosca", nada mejor que caminar. Podés hacerlo, también, tomando cualquier calle al azar, sin nada planificado, hasta que te sientas cansado y los pensamientos que te abrumaban pasan a un segundo plano, porque están tan cansado que ni siquiera querés gastar tu energía dándole vueltas al asunto.

Hay actividades que también me distraen: aunque no lo crean, una de ellas es cortar el pasto. Como en ese momento estoy concentrado en dejar prolijo el césped, en arrancar los pastos duros con la pala y luego darle el retoque final con la bordeadora, no pienso en otra cosa. 

De más está decir, que leer un buen libro es otra opción interesante, sobre todo porque la literatura te envuelve en el mundo que el autor construyó con su obra. Hay escritores consagrados que no me gustan, por lo cual no me interesa los premios que hayan obtenido. Y abundan muchos que no gozan de la masividad y que se merecerían una buena nota en los suplementos culturales de los diarios. 

Y ya que hace poco se celebró el Día de la Mujer, cabe afirmar que tenemos excelentes escritoras,  en el arte no hay tanta disparidad respecto a los sexos. Esto me hace acordar a un partido de tenis, de modo exhibición, que se disputó durante muchos años bajo el título "La batalla de los sexos". Consistía en que se enfrentaran el hombre número 1 del mundo, contra su par mujer. Casi siempre ganaba el hombre, pero era entretenido de ver. 

Algún día, los argentinos dejaremos de discutir por boludeces, y nos tomaremos las cosas en serio. Cuando logremos superar lo meramente coyuntural y resolvamos las cuestiones de fondo, las cosas cambiarán. Porque el debate dejará de ser antojadizo o tendencioso, para marcar un espacio de libre expresión. En el cual, además, los expertos de cada tema deben ser los primeros en ser consultados. Esos tipos que dedicaron su vida a escribir libros y ensayos, a "pensar el país", y a analizar como si tuvieran un bisturí, las contradicciones (y los miedos) de los argentinos. Punto final.

"No me sueltes la mano", dijeron los senadores

Viernes por la tarde en la ciudad. Estoy tranquilo, pero también somnoliento, así que procuraré escribir lo que tengo en mente. Observo que ...