1 de julio de 2020

Comenzando un nuevo ciclo

Empezamos julio, aunque a esta altura de los hechos,  el devenir de los meses ha perdido todo interés para la mayoría. Todo parece indicar que el Día del Amigo, fecha que resulta una buena excusa para reunirnos en circunstancias normales, lo pasaremos encerrados. En rigor, debo decir que mis amistades se fueron dispersando en los últimos años, y la última vez que nos juntamos con motivo de esa fecha fue en 2012 o 2013. Lo cual implica bastante tiempo, seguramente algunos tendrán otras prioridades o intereses, pero es una vez al año, no creo que lo perjudique a nadie. En fin, lo concreto es que todas estas conjeturas no tienen razón de ser porque el 20/7 lo pasaremos cada uno en su casa, y quizás encontremos otra manera de celebrar la amistad a la distancia. En este caso, como reza el bolero, no creo que "la distancia sea el olvido", no lo concibo de esa forma, lo que ocurre es que todos tenemos más de 40 años, muchos ya han formado su familia, y se les complicaría, aun en condiciones normales, coincidir en un horario para encontrarnos. Extraño aquellos años sin preocupaciones ni problemas financieros, la adolescencia que "duele" pero que uno piensa que nunca terminará hasta que te tenés que poner a laburar para ganarte el mango. Pero cada etapa de la vida tiene momentos felices, como sucede con los abuelos que disfrutan de sus nietos y son su mayor satisfacción. No obstante yo le he puesto límites a la nostalgia, porque lo que suele pasar es que se deforman los hechos, idealizamos momentos que nunca ocurrieron de esa manera. Eso sí es lo jodido de la distancia, que te haga pensar que el pasado fue mejor, que te mantenga estancado en una época que ya no la dicen ni tus años ni tu cuerpo, que están en abierta contradicción con el faro del tiempo que vos tenés. 


No perdamos la capacidad de escribir, de expresarnos. Yo lo tomo como un ejercicio para pensar la realidad, pero también para estar comunicado con mis seres queridos, ya que no puedo hacerlo en forma presencial. Estoy tratando de quejarme menos, si bien las noticias que vemos en los diarios y en la tele parecen ofrecernos todo el tiempo motivos para hacerlo. Pero en mis últimas notas, ya no me siento tan renegado de las cosas, muchas de las cuales nunca lograré cambiar. Debemos entender que muchas decisiones no dependen de nosotros, aunque nos afecten el bolsillo, como está ocurriendo con la negociación con los bonistas, o cualquier virus que aparece en China y amenaza con expandirse velozmente al igual que el COVID 19. Todos quieren que sus hijos vayan a la universidad y se conviertan en ingenieros o abogados, y no está mal esa aspiración paterna en la medida que no genere presión y frustración. Porque en esta vida, aunque resulte cursi decirlo, debemos tratar de ser felices, y no necesitás un diploma en un cuadrito colgando de la pared para serlo. Es admirable la capacidad que tienen las personas sencillas para hacerle frente a la adversidad, para compartir la mesa con sus amigos, para disfrutar de un partido de fútbol por TV. Como periodista, nunca aspiré a ser masivo, ni a que mi opinión sea replicada por miles de lectores. Puedo lograr que alguien apruebe o no mi manera de ver las cosas, pero no es el objetivo principal que me motiva, sino el de informar y dejar que aquel que lea una nota mía o lo que fuere, haga el análisis que desee.


Mientras redactaba estas líneas, reflexionaba acerca de la necesidad de "bajar un cambio" y no dejarnos llevar por todo lo que nos dicen desde la pantalla del celular, con los interminables chats de WhatsApp que se viralizan y que ni sabemos a quiénes pertenecen. No porque no sea verdad, sino porque no está a nuestro alcance resolver nada, al menos cuando se trata de una conversación privada que se hace pública por la indiscreción de una de las partes. Punto final.



Octubre

  Faltan dos meses para que termine el año. No podría afirmar si es mucho o poco. Es lo que hay, y cada uno avanza a su propio ritmo. Por es...