6 de julio de 2020

Lunes, congelado pero con ganas de seguir escribiendo

La semana comenzó hoy con muchísimo frío, no estoy seguro si es el día más frío del año, pero en todo caso le anda cerca. Me acosté vestido con dos frazadas durante la siesta, pero no conseguí dormirme, por el contrario, daba vueltas en la cama porque me sentía incómodo con tanta ropa. Al final, decidí levantarme y tratar de retomar la rutina habitual, sobre todo cuando vi que salió un poco el sol y que la tarde estaba en su esplendor. Porque, sea como fuere, hay que sacarle el jugo a cada día para vivirlo plenamente, honrarlo, aun dentro de las limitaciones que tenemos. Hay muchos intereses en juego, muchos sectores que están presionando para que se flexibilicen más actividades en Lobos. Esto puede ser posible, pero si los contagios se incrementan, "alguien" va a tener que pagar el costo político de una decisión sobre la cual no hay un acuerdo u opinión unánime. Sabemos que así no se puede seguir indefinidamente, no hace falta que nadie haga lobby en ese sentido. Y ahora sí que cabe el concepto de gradualismo, porque no se puede hacer una apertura total de un día para otro, no hace falta ser un genio para predecir las consecuencias. 

Esta discusión excede el ámbito del Concejo Deliberante, si bien es cierto que son los representantes del pueblo. A mi modo de ver, hay que convocar a representantes de todos los rubros y poner las cartas sobre la mesa, de manera de evaluar si están en condiciones de garantizar las medidas sanitarias requeridas. Por otra parte, en el supuesto de que haya una apertura, llevará meses recomponer determinados nichos de la economía doméstica que quedaron agonizantes. Los monotributistas o independientes, como es mi caso, estamos en la lona, pero a nadie parece importarle demasiado. Estaba leyendo ayer una nota, que explicaba que a nivel país, no alcanzarán los cuatro años de gobierno de Fernández para que los números repunten. Quizás sea exagerado, pero de lo que estamos seguros, es que no será cuestión de meses. Hoy por hoy, debemos aceptar que estamos en Fase 4, y por ese motivo es normal que ciertas actividades no estén permitidas. Roque Pérez también retrocedió a Fase 4 por un primer caso positivo. Contrariamente a lo que se cree, en Europa la gente no hace lo que quiere, no se han levantado aún los alertas, ni en España, ni en Italia o Francia. 

Pero el tema de fondo es que el "pico" de contagios no sabemos si ya llegó, o si debemos prepararnos para lo peor. El AMBA y CABA tienen una realidad distinta a los municipios del Interior, eso es evidente. A menor concentración poblacional, menos probabilidades de contraer el virus. 

La lección que nos deja el COVID, es que nunca sabemos qué hechos, fortuitos o no tanto, nos harán cambiar nuestra forma de pensar y de replantearnos la vida. Puede ser la pérdida de algún ser querido, la separación de nuestra pareja, la frustración de no haber podido terminar una carrera, el despido de un trabajo. Yo estoy en un proceso que implica tomarme las cosas con más calma,  evitar discusiones innecesarias, en disfrutar del ocio cuando me deja algún margen para la reflexión. Porque no es lo mismo pasarse varias horas boludeando por Facebook que ver una buena película. Yo comencé a extrañar a mis amigos, y no queda otro recurso que alguna llamada por WhatsApp, al menos por ahora. 

No voy a negar que más de 100 días en cuarentena altera y genera zozobra a cualquiera, porque como mencioné antes a mí también me está pasando. Justamente estoy leyendo la gran novela de George Orwell, "1984", que se anticipa más de medio siglo a lo que vemos hoy, la vigilancia de cada persona en un régimen totalitario disfrazado de democracia (en algunos países) y al concepto de "Gran Hermano" como lo conocemos hoy.  Llegará el momento de reencontrarme con mis afectos, y de reanudar el contacto con gente que por esas cosas de la vida me separaba el resentimiento o el rencor. En algunas ocasiones, es mejor olvidar, aunque nos hayan ofendido. Por supuesto, la vida sigue y no es un remanso de paz como a uno le gustaría, y siempre hay alguien dispuesto a jordernos. Lo más sano es superar todo aquello que nos afecte a nosotros, que no es tan sencillo como parece. Me refiero que, al perdonar a alguien, estamos siendo generosos en un punto pero también un poco egoístas (y eso es lo bueno), porque nos estamos dando la oportunidad de continuar con una relación de amistad y afecto al olvidar aquello que nos hizo pasar un mal trago.

Hay que liberarse un poco, apagar el televisor, tomar unos mates con amigos o con la compañía de la radio, sentarse a leer un buen libro, respirar profundo y seguir este camino. Es la mejor manera de sentirse sano, sin las necesidades de la sociedad moderna de recurrir a ansiolíticos, terapias alternativas o meditación. Por supuesto, la meditación es una actividad muy saludable, pero podemos bucear en nuestro interior de distintas maneras, simplemente planteándonos honestamente cómo somos. Punto final.

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