10 de noviembre de 2015

Frentes de tormenta

Por primera vez en mucho tiempo, coincido con algo que dijo Estela de Carlotto: "Cristina no se va a quedar tejiendo en su casa" (cuando deje de ser Presidenta). Y por primera vez en 32 años de democracia, habrá sesiones ordinarias del Congreso hasta el 9 de diciembre. Es decir, un día antes de la asunción del próximo Presidente. Una de la cuestiones que más preocupan es la designación de los dos nuevos miembros de la Corte Suprema. Desde el Ejecutivo ya enviaron el pliego de ambos postulantes al máximo tribunal, pero su imparcialidad es dudosa. El oficialismo busca que el nombramiento de los magistrados sea antes que de asuma Macri o Scioli. Por otra parte, mientras esto acontece el Parlamento, numerosos empleados contratados están siendo pasados a Planta Permanente, en áreas claves del Gobierno Nacional. Esto no es nuevo: todos los Gobiernos lo han hecho, y de esta manera por cada persona que trabaja, hay tres inútiles en cualquier oficina pública. No hace falta ser inteligente para verlo. Por el contrario, diría que hay que "padecerlo" para darse cuenta de esto. Gente que no cumple horario, que se pone a tomar mate como si fuera el living de su casa, los que consiguen una licencia psiquiátrica para hacer tareas pasivas (lo cual es poco menos que nada), forma parte del paisaje cotidiano. Por eso es que cuando vas a una repartición pública y alguien te trata bien, te atiende como corresponde, y te ayuda, te sorprendés. Porque no es lo común, aunque debería ser la norma. No por nada el famoso sketch de Antonio Gasalla, "La empleada pública", fue un éxito total. Porque es lo que pasa, el que labura bien queda como un gil y los parásitos que lo rodean siguen ahí, hasta que un buen día se jubilen y aparezca otro ñoqui en su reemplazo. 

Insisto, esta nefasta práctica no es patrimonio exclusivo de los K, siempre se acomodó a los amigos antes de que naufrague el barco. Algunos podrán decir que yo soy neoliberal, o cualquier boludez. Nada que ver: el Estado crece cada vez más, hay más sueldos que pagar para gente que no trabaja, y mientras tanto el pibe de 18 años que recién está empezando tiene que mandar un CV (o varios) para conseguir su primer empleo, remándola como puede, y encima tiene que soportar que le digan que no tiene experiencia. ¿Cómo va a tener experiencia si recién egresó, recién terminó sus estudios? Esto es lo indignante. Punto final.

"No me sueltes la mano", dijeron los senadores

Viernes por la tarde en la ciudad. Estoy tranquilo, pero también somnoliento, así que procuraré escribir lo que tengo en mente. Observo que ...