Martes en la ciudad. Hoy fue un día de locos, sobre todo por la mañana. Me tuve que multiplicar por 10 para poder cumplir con todo (y con todos). Tenía que ir al Banco, y era sabido que por el feriado de ayer iba a estar superpoblado. Tuve la mala suerte de que el cajero automático me "tragó" mi tarjeta de débito, razón por la cual debí esperar hasta pasadas las 15 hs. hasta que finalmente pude recuperarla. Pero podría haber sido peor: podría haberla extraviado en cualquier lugar fuera del Banco, en la calle, en el bar, y ni bien constaté que no tenía la tarjeta, temí que eso sucediera. Debo agradecer que todavía quedan empleados públicos que se preocupan en ayudar, y mi creciente desesperación se fue mitigando. Tenía material periodístico por publicar, todo lo que acabo de exponer me demoró hacerlo... en fin, el día, en particular por la mañana, no me rindió. Llegué a casa cansado, hambiento, y con ganas de no pensar en nada, no obstante, actualicé mi diario digital LOBOS24 y así, de a poco, pude ir cumpliendo con todo. Y me puse a pensar en algo muy sencillo: lo que para mí fue un día frenético, renegar y putear, que tengas que manejarte contrarreloj, hay gente que lo hace a diario, porque no le queda otra, porque tiene una familia, pasar a buscar a sus hijos a la escuela, hacer las compras en el super, y miles de cosas más de las cuales yo estoy exento. Desde luego, no es consuelo. Pero si la mayoría lo puede hacer, yo también.
Como periodista, no me desespero por la primicia, pero sí por renovar el material, de lo contrario no tendría sentido que la gente se encontrara siempre con la misma nota. Caminar la calle, recorrer despachos y oficinas, los bares donde se reúnen los políticos, es parte de la rutina. Pero de ningún modo me quejo, es lo que elegí hacer. Sólo que hoy se complicó más de lo previsto, me cagué de calor, y nuevamente comprobé que los automovilistas respetan poco y nada al peatón, excepto que haya un semáforo. Mañana promete ser un día más tranquilo, o al menos más previsible. Pero, de vez en cuando es bueno que ocurran imprevistos, ¿o no? Punto final.
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