12 de agosto de 2017

Rastreando en las raíces del rock nacional



Yo crecí escuchando bandas que emergieron en la década del '90 (o que alcanzaron trascendencia por esos años), tal es el caso de Divididos, La Renga, Los Piojos y muy a mi pesar (porque no me gustan), Los Caballeros de la Quema. Y por supuesto, a mi ídolo máximo, Charly.  Recién ahora, con buen criterio, se están comenzando a editar, en vinilo y en CD, los primeros discos de Pappo's Blues, y la discografía completa de Los Gatos, el primer grupo de rock argento, surgido en 1967 y liderado por Litto Nebbia. Hubo algunos lanzamientos previos, pero con pésimo sonido y sin el menor interés en preservar el patrimonio artístico. 

De esta manera, se creó un puente generacional: estoy descubriendo la música que escuchaba mi viejo 40 años atrás. Luego surgieron Manal, Vox Dei, Sui Generis, Almendra...no soy un historiador del rock vernáculo pero puedo aseverar que aquellos próceres "la rompían". Por ejemplo, "Rock de la mujer perdida" (1970), es un disco notable, quizás el  mejor de Los Gatos, y permaneció varios años descatalogado o ignorado por la voracidad comercial que en aquel momento demandaba otra cosa. Y sin subestimar a nadie, cuando escucho esos engendros de reggaeton fusionados con música pop de alta rotación radial, te das cuenta que no hay punto de comparación. 

Lejos de "El Club del Clan", programa de TV en boga en aquel entonces (además del boom del folklore), Los Gatos cimentaron una trayectoria increíble. "¿Qué es esto de hacer rock en español?", se habrán preguntado los ejecutivos de los sellos discográficos. Pues sí, precisamente eso, darle a un género musical  foráneo una identidad propia. No querían ser Beatles, ni mucho menos Rolling Stones: querían ser ellos mismos. Y Pappo fue el guitarrista más grande que tuvo la Argentina. Su poca capacidad para componer las letras la compensaba con unos solos de guitarra que te volaban los pelos. Hubo muchos hitos: "La Balsa" (de Nebbia y Tanguito), es la piedra fundacional del rock, con una melodía sencilla, inmediatamente reconocible, un aire a bossa nova, a jazz, impensado para aquella época. 

Siempre cultivando la bohemia, los encuentros fortuitos, y de algún modo la presunción de que estaban detrás de algo grande para nuestro acervo cultural, 1967 fue el año debut para los músicos argentinos, en las antípodas de Palito Ortega o Leo Dan, por citar dos ejemplos al azar. Qué bueno echar mano a esos hallazgos para entender el pulso social que siempre fue bien interpretado por el rock. Punto final.

"No me sueltes la mano", dijeron los senadores

Viernes por la tarde en la ciudad. Estoy tranquilo, pero también somnoliento, así que procuraré escribir lo que tengo en mente. Observo que ...