A veces me pongo a pensar cómo era yo cuando inicié este blog, en 2005. Digo esto porque observo que otras personas han cambiado, y a veces se hace una apología del cambio, del movimiento. Creo que uno debe cambiar solamente cuando no se siente a gusto en la situación en que está. Por ejemplo, si te cansaste de trabajar por un empleo mal pagado, si estás harto de ver siempre las mismas caras, o quizás simplemente querés "cambiar de aire".
Este año, todos los textos que ustedes pueden ver aquí han sido escritos por mí. No ha habido colaboraciones o aportes de terceros, y me he sorprendido a mí mismo al advertir que he escrito más de lo que pensaba, motivado por la coyuntura política y por hechos de estricta actualidad a los cuales no podía permanecer ajeno. Actualizar este modesto blog no lo tomo como una tarea tediosa o como algo forzado, me siento bien haciéndolo. El día en que ya no tenga motivación para seguir escribiendo, dejaré el blog en "stand by", lo cerraré, o lo que sea.
Hoy (sábado), si todo sale bien, iré al gimnasio. Es interesante observar a la gente que concurre allí. Muchos van para tonificar su cuerpo y sentirse mejor, otros sólo buscan "levantar kilos". Sumar cada vez más kilos, tanto en los distintos aparatos que componen el gimnasio como en las pesas o mancuernas. Algunos van vestidos como si fueran a competir en el Mundial de Fisicoculturismo, con muñequeras, rodilleras, zapatillas especiales, y accesorios caros. Otros van simplemente con ropa cómoda para hacer ejercicio, tal es mi caso. Cuando voy al gimnasio, trato de concentrarme en mi rutina y de no complicarme la vida para aumentar el peso de un determinado ejercicio. Si considero que lo puedo hacer, mucho mejor, pero no me desvela. Me gusta la sensación de cansancio luego de haber hecho algo por mí. Correr 15 ó 20 minutos en una cinta, es algo bueno para olvidarse por un momento de las preocupaciones cotidianas. En fin, cada uno llega con un objetivo definido y se dedica a cultivar ese propósito. Lo importante es no dejar de ir, siempre que tus recursos económicos lo permitan. Para ello se requiere un mínimo de voluntad, y quizás por eso el gimnasio me sirve como manera de medir mi capacidad de asumir un compromiso con una actividad fija. Sin embargo, nada se obtiene si esfuerzo y sin incorporar hábitos que contribuyan a que vivamos mejor. Punto final.
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