13 de mayo de 2017

Un efecto residual de un sistema perverso

Llegó el fin de semana, cesaron las lluvias, pero persiste el reclamo de muchos vecinos por las calles inundadas. O los desagües no funcionan como corresponde, o las calles no están en el nivel adecuado, con lo cual el agua que encajonada formando una "pileta". También está la polémica acerca de si los frentistas deberán pagar o no por el nuevo pavimento. Lo que sucederá, más tarde o más temprano, es que deberán pagar, más allá de lo que sostenga la oposición. Por otra parte, me pregunto por qué la empresa EDEN no se preocupa más en mejorar el tendido eléctrico en lugar de organizar espectáculos musicales, que son muy buenos por cierto, pero todos los vecinos padecemos la baja de tensión durante los meses de verano, los cortes de luz, hay postes podridos o a punto de caerse en distintos sectores de ejido urbano, lo que representa un peligro para todos los que transitan por el lugar. Las tarifas son cada vez más altas y ello no se refleja en una mejora del servicio. Recuerdo que cuando comenzaron las privatizaciones en los '90, los funcionarios de entonces aseguraron que habría inversiones, que las prestaciones a los usuarios mejorarían, pero esto no se ve en los hechos. En el caso de la ex Entel, hubo una inversión inicial que sí se pudo apreciar, porque se acortaron los plazos para que el cliente pudiera disponer de una línea. Pero Telefónica se durmió en sus laureles y en los millones que embolsó con el curso de los años. Me parece inadmisible que ni siquiera quieran gastar para enviarte la factura en papel, con el pretexto de cuidar el Medio Ambiente, y que tengas que acceder a Internet, imprimirla, y pagarla. No todos pueden o desean adherirse al débito automático, porque te sacan guita de tu cuenta bancaria y si te cobraron de más, reclamar por el cobro indebido es más engorroso aún. 

No todos tienen una conexión a Internet, y quienes sí la tienen con Speedy, comprobarán que es demasiado lenta, no han invertido un sólo centavo en los pueblos del interior, tercerizan las reparaciones, y quieren desprenderse del mayor número posible de empleados. Fue así, como todos recordamos que florecieron las remiseras o los kioscos, porque a la gente la echaban, cobraba una indemnización y trataba que rebuscárselas de alguna manera para tener un emprendimiento que les siga generando ingresos. 

Hoy, veo que poco ha cambiado, porque cada vez pagamos más en concepto de impuestos, y ayer leía una publicación en La Nación que hay 80 ñoquis en la Legislatura que venían cobrando sueldos de $ 40.000 para arriba. Todos nosotros estábamos pagando a esos tipos que no iban a trabajar nunca, y seguramente habrá otros que los reemplacen, muchos de ellos asesores de diputados o senadores, que fomentan el monumental aparato del empleo público que no aporta a una  mejor calidad de vida. Nuestros legisladores van al Congreso cuando quieren, se duermen en sus bancas, negocian votos a cambio de favores espurios, y se llevan una "dieta" que supera los $ 100.000, además de tener en el futuro el privilegio de jubilarse con haberes mucho más altos que el común de los argentinos. Si el ANSES les diera 6.700 pesos a cada uno, hay que ver cómo se las arreglarían para sobrevivir, cuando se necesita más de 12.000 pesos para no caer en la línea de pobreza. Punto final.

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Domingo por la tarde en Lobos: Una jornada más, ya casi por dar comienzo a la segunda quincena de abril, y pasada por agua. Hace como tres d...