22 de junio de 2017

Resistir desde la barricada

Cuando las cosas no me salen bien, siempre pienso que el día siguiente (o el intento siguiente), puede ser mejor. Nos frustramos por acciones que no está a nuestro alcance resolver, y también por malas decisiones. Lo cierto es que resulta muy probable que, al tener que decidir todo el tiempo, lo cual es parte de la vida, en algún momento nos equivoquemos. Sobre todo con decisiones que involucran a otras personas, que no sabés cómo van a ser recibidas o si podrán afectar al entorno cercano. Con el tiempo aprendí que es inútil y desgastante clavarse puñales cuando algo no funciona como queremos, o insistir en una idea que ya viene mal planteada de movida. Tener proyectos, por modestos que éstos sean, te hace sentir vivo. Seguramente, si pudiera volver a foja cero, habría cosas que no haría, o las haría de un modo diferente. Pero todo es una cadena, dado que la forma en que las personas reciben tus acciones determina tu imagen pública y tu consideración. Si es que eso realmente te importa, ya que lo más saludable es tener control de lo que piensen los demás. Juzgar con liviandad es fácil y es gratis, de manera que te vas a encontrar con esas situaciones varias veces. 

Tengo la suerte de trabajar de lo que me gusta, y en este caso también se da que uno nunca termina de aprender. Una cosa son los cuatro años de estudio, y otra es la calle. Caminar la calle. Que no te vendan información falsa o "pescado podrido", como se dice en la jerga. Que no te usen para difundir gratuitamente un evento privado. Que sepas discernir lo que es de interés público, de aquello que sólo le interesa a una minoría. Pero me he dado cuenta de que tan errado no estoy, porque inclusive los grandes medios caen en este tipo de cosas, a otro nivel y dimensión por supuesto, pero el hacer periodismo no es sólo informar lo que nos dicen. Es analizar, redactar, cuidarse de no comerse un juicio por un rumor falso... cuando publicás algo polémico están todos con vos, si llega una Carta Documento te quedás solo. Afortunadamente nunca me pasó. No por cobardía, sino por entender los límites con los cuales debemos manejarnos si queremos mejorar esta profesión. Y es así como, cada uno desde su lugar, va construyendo el devenir cotidiano, tanto el albañil, el panadero, el carnicero, el comercio en general, la industria... cada rubro tiene sus reglas que podrán ser respetadas o no, pero que hacen a que tengamos una forma de ejercer nuestro laburo sin conflcito de intereses y respetando al que está del otro lado. Punto final.

A la vuelta de la esquina

  Mitad de semana en la ciudad. No sé qué les pasará a ustedes, pero yo ya no me preocupo tanto como antes respecto a situaciones que aparen...