Muchas veces pienso que, lo que nos hace argentinos no sólo es el mate, el asado, la amistad. Tenemos en el ADN argento, el desprecio por la opinión del otro, o el mero rechazo, sin atender argumentos. Cuando se habla con fundamentos, planteando una situación determinada, citando antecedentes, causas y consecuencias, se puede discutir con altura. De hecho, muchas veces, personas con esa capacidad para persuadir desde la razón me han hecho cambiar de parecer. La intolerancia argentina no es un descubrimiento nuevo, se remonta a regímenes dictatoriales, a una degradación de la sociedad, y a ese pensamiento de que "el otro" es el enemigo. Definitivamente, es una costumbre bien nuestra, la de humillar, discutir a los gritos, cagarnos a trompadas en los estadios de fútbol, y cometer toda clase de atrocidades partiendo desde un fundamentalismo estúpido. Cuando algo se convierte en una "causa nacional" y el replicado todos los días por la televisión, estamos en problemas.
Parece que todo debe ser inmediato, y si no se consigue ese efecto instantáneo, pierde interés. Ya nadie se toma 45 minutos para escuchar un disco completo. Y hago este comentario porque días atrás un amigo de Facebook, lanzó la consigna, desafiante: "¿Cuándo fue la última vez que escuchaste un disco completo?". Es más fácil sintonizar la música de la radio o ver videos por You Tube. Me dirán que tiene que ver esto con lo que venía diciendo: pues sí, guarda una estrecha relación, porque queremos todo "ya", entonces buscamos un videoclip de 3 minutos por Internet, o bajamos mp3, y todo parece ser más rápido y más fácil. Señores, hay hábitos que no deben perderse, como escuchar un buen disco (porque el orden de las canciones no es casual, fue concebido para eso), o mirar una película que no sea por esa porquería de Netflix, poné un DVD, bancate las 2 horas de la película, leé los subtítulos, aprendé a esperar, siendo que en tal caso es un placer dicha espera. No es lo mismo estar clavado 2 horas haciendo las colas del banco, que viendo cualquier magia que nos regala el cine. Dejá el celular en la mesa de luz, o dentro de un mueble, porque nada es tan urgente como para privarte de los pequeños placeres de la vida. No hace falta viajar a Europa o al Caribe para que tu forma de percibir el mundo cambie. La alienación del hombre, por ejemplo, no la internalizás en ningún viaje o crucero, lo ves en películas como "The Wall", "Despertares", o "Citizen Kane". Punto final.
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