28 de septiembre de 2017

Discutir sin argumentos: una práctica común de los argentinos

Yo elijo a mis amigos, del mismo modo que ellos me han elegido a mí y de ahí nació el vínculo. No todas las personas que tengo en mis contactos de FB son amigos íntimos, pero si están allí es porque las considero gente de bien, con la que se puede compartir una foto, mantener un chat, y lo que fuere. Nadie está obligado a solicitar las solicitudes que envío, ni yo tampoco a hacerlo con las que recibo. Como muchas amistades se han visto destruidas por diferencias políticas o de otra índole, yo rara vez posteo alguna consigna relacionada con un candidato determinado, lo puedo hacer en clave de humor, por una contradicción o un furcio de algún funcionario. Mis publicaciones distan de ser polémicas, no tengo nada que esconder, y para ser sincero, si sigo con una cuenta de Facebook es porque está vinculada a la Fanpage de mi diario digital, y porque hay personas (como una entrañable amiga mexicana y otro de mi misma edad que vive en Perú) con las cuales no podría tener contacto de otra manera. Y por supuesto, muchos vecinos de Lobos que por una cosa u otra no los puedo ver seguido.  No me interesa exponer mi vida privada, ni compartir cualquier boludez, y nunca le pedí a nadie que comparte y pegue en su muro algo que yo publiqué. Excepto en este espacio, este blog, que sí intento que se difunda, más allá de quienes no comulgan con mi forma de pensar. 


Las discusiones de verdad, y por temas que incluyen a toda una sociedad, no se dan por las redes sociales. Al menos a mi modo de ver. Por ejemplo, podríamos estar horas debatiendo sobre la educación pública, sobre si los adolescentes que tomaron escuelas hicieron lo correcto, por qué un determinado grupo de docentes se resiste a ser evaluado. En parte, varias de esas preguntas se las hice hoy al gremialista de UDOCBA, Miguel Díaz, quien vino a Lobos para reunirse con los afiliados de nuestra ciudad. Esta gente vive permanentemene quejándose: ahora con Vidal, antes con Scioli. Quizás motivos de razón no les falten, pero si un Secretario General de un gremio docente pretende avalar o justificar las tomas de las escuelas, como sucedió cuando fue consultado al respecto, estamos en problemas. Si yo con un grupo de gente decido tomar, por citar un caso, el Municipio, sería inmediatamente desalojado. Se puede comprender la disconformidad con el sistema de pasantías que propone el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Según el portal de noticias Letra P, "Técnicamente, no pueden ser llamadas pasantías porque los alumnos no recibirán una recompensa económica (“asignación estímulo”, según la Ley N°26.427) por pasar horas en las compañías que adhieran al programa. Estas “prácticas” existen actualmente en escuelas privadas y en establecimientos de educación técnica y el Gobierno quiere extenderlas a todas las escuelas de gestión estatal". En lugar de hacer de los establecimientos educativos una barricada, deberían pedirles explicaciones a los legisladores que en su momento sostienen esta propuesta, y me gustaría saber cuántos de esos chicos estuvieron presentes en las sesiones, y por qué no presentaron sus objeciones en esa oportunidad. En 2003, una Ley muy similar a lo que se está discutiendo actualmente, la Nº 1203 (pueden verlo entrando al link http://www2.cedom.gob.ar/es/legislacion/normas/leyes/ley1203.html), fue vetada por decreto.  En fin, es mi modo de pensar, y no digo que esto no haya sucedido antes, sino que no le encontramos la vuelta y sin darnos cuenta, el árbol nos impide ver el bosque. Punto final. 

A la vuelta de la esquina

  Mitad de semana en la ciudad. No sé qué les pasará a ustedes, pero yo ya no me preocupo tanto como antes respecto a situaciones que aparen...