Es así como el Gobierno se ha metido en su propio laberinto de la sinrazón, sumado esto a la tozudez que demuestran, la incapacidad de diálogo que es visto como una muestra de debilidad, y el desgaste de sostener a un ministro servil como Aranguren, que no ha tenido el buen criterio de renunciar y seguir con su actividad privada. Por eso, este empecinamiento le costará caro a Cambiemos, los aumentos en combustibles, transporte público, peajes, entre otros. Como dijimos antes, hoy viajar a Buenos Aires se nos vuelve carísimo a los lobenses, siendo que muchas veces debemos hacerlo no por placer, sino para cumplir con algún trámite o concurrir a un centro de salud. Es doloroso ver a un gobierno de ejecutivos con corbata que nos castiga llevándonos casi al quebranto económico, cuando todos buscamos mejorar nuestra calidad de vida. Cada uno desde su lugar.
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Cuando llegue el final, que ojalá no sea antes de 2019, nos encontraremos con tierra arrasada y políticas públicas nulas. Fueron votados para gobernar y torcer el rumbo de la historia, no para destruir lo ya existente y generar más pobreza, aunque los fríos números del INDEC digan lo contrario. Punto final.