Es miércoles y la lluvia anduvo jugando a las escondidas durante todo el día. Podía estar parcialmente nublado, cuando súbitamente se venía un chaparrón en la ciudad. O bien, por momentos, llover furiosamente.
Uno es el mismo de siempre, pero la opinión que tuvimos sobre determinados hechos que ocurrieron en el país quizás no sea la misma a la que tenemos hoy. Es que a menudo nos sentimos superados por lo que vemos en los noticieros, y tenemos esa necesidad de expresarnos, de decir qué pensamos, de hacer un modesto aporte a la razón cuando todo el mundo parece demasiado exacerbado, en parte porque vivimos a full, sin respiro.
Desde luego, siempre que fijo una posición sobre un tema trato de hacerlo con argumentos, pero muchas veces es inevitable caer en la contradicción. Son esas mismas contradicciones que desnudan los programas "de archivo", sólo que se trata de personas de la farándula o vinculadas a la política. Pero si nos ponemos a reflexionar, todos tenemos pensamientos opuestos, y esa tendencia se afianza más con el paso de los años. Lo bueno es hacernos cargo de ello, no tomarlo como algo nocivo, sino como una conducta natural de una persona aunque la realidad, tan irrefutable, hace cambiar el prisma con el cual ve las cosas. Cuando se habla de "revolución" o de "resistencia", suelen imaginarse episodios de violencia armada. No obstante, la educación y la lectura es la mejor revolución que podemos tener, y está al alcance de todos.
Retomando las primeras líneas, un ejemplo sencillo de cómo vamos mutando pueden ser los gustos, las preferencias de cada uno. Ya no nos convence el cine comercial, buscamos películas de los grandes cineastas europeos injustamente olvidados. O quizás nos damos cuenta de que aquella banda que nos emocionaba y nos conmovía en cada show, ya dejó de generarnos esa adrenalina. Es entonces cuando vemos al tango como algo más cercano a nuestros oídos, y quizás nos sentamos a escuchar jazz, olvidándonos de hacer "pogo" en los recitales (emblema del punk) ante un demoledor riff de guitarra. Y en cuanto a las ideas políticas, sería largo enumerar cómo los dirigentes en quienes depositamos nuestra confianza -y nuestro voto- nos han ido decepcionando saltando de un partido a otro como si fuera un trampolín. Así es la vida, llena de vericuetos. Lo importante es encontrar el camino que nos conduzca hacia donde queremos llegar.
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