Que prime la concordia y la convivencia en un país con
tantas heridas por cerrar, es lo más cercano a la utopía. Que el Presidente
desconozca cuánto gana de mínima un jubilado, es lamentable. Podría haber
dicho: “no lo recuerdo en este momento”, o haber optado por cualquier salida
elegante, pero arriesgó en un programa de TV una cifra de 9.000 pesos, casi
3.000 pesos más del haber mínimo.
La famosa “grieta”, término que se acuñó en los años del
kirchnerismo, no cesará en la medida que entendamos el respeto a las
instituciones. Los sucesivos gobiernos democráticos que nos defraudaron en los
34 años de vigencia del Estado de Derecho se sirven de las mismas prácticas que
supimos conocer: asistencialismo, clientelismo, nombramientos por amistad y no
por mérito e idoneidad. No es menos cierto que hay un sector que pretende
desestabilizar al Gobierno Nacional, y que tiene a su disposición canales de
noticias, radios, diarios, la mayoría de ellos propiedad del empresario K
Cristóbal López.
Es preocupante que los asesores de imagen de Cambiemos estén
más pendientes de Facebook y Twitter como medios de comunicarse con la
ciudadanía, en lugar de salir a caminar la calle, tomar nota de los reclamos de
los millones de argentinos, sin distinción de quienes votaron a este Gobierno y
quiénes no. La Constitución dice: “El pueblo no delibera ni gobierna sino a
través de sus representantes”. Pues bien, nuestros representantes dejan mucho
que desear. Mientras tenemos un 30 % de pobreza, cierran las fábricas, y las
economías regionales están en crisis, salimos a “buscar inversiones” a España y
Holanda, que no desembolsarán un centavo hasta que no haya reglas claras y
previsibles. Además, y por obvio que resulte decirlo, los empresarios no están
para hacer beneficencia: si no ven la posibilidad de obtener un rédito
económico buscarán otros destinos más sustentables para radicar sus industrias.
Brasil (que tiene profundas desigualdades sociales del mismo modo que Argentina), es el país del
Cono Sur con mayor cantidad de empresas extranjeras, tiene enormes polos
industriales como la Zona Franca de Manaos, y ellos exportan productos manufacturados
mientras nosotros seguimos con el modelo agroexportador del Siglo 19. Algo está
fallando: si tenemos ingenieros electrónicos de excelencia, un capital humano
excepcional, ¿Cómo es posible que no se pueda fabricar bienes de consumo,
electrodomésticos, con los mismos estándares de calidad de los países del
Primer Mundo? La mano de obra barata de las economías asiáticas conspira contra
eso, justo es decirlo, pero es hora de que se brinden los incentivos para que
Tierra del Fuego no se dedique sólo a ensamblar componentes importados, sino
que los mismos se produzcan acá. No será de un día para el otro, pero es un
compromiso que nos debemos si nuestro deseo es jerarquizar la producción
nacional. Punto final.