Miércoles por la noche, mitad de semana. Estoy aprovechando un momento que no tengo notas por cubrir, para realizar un "mantenimiento casero" de la compu. Es increíble la cantidad de fotos y de archivos de Word que se fueron acumulando. Sin embargo, no es para menos: esta máquina la compré en 2010, y todo lo redactado y fotografiado ha ido a parar aquí, y uno se encuentra en la disyuntiva de borrar cierto material. A veces conservar un viejo reportaje, como archivo, nos hace ver las contradicciones en las que incurrió posteriormente esa persona. Con respecto a las fotos, se mantendrán mientras esta notebook tenga vida útil, aquellas que documenten acontecimientos destacados, visitas de funcionarios nacionales y provinciales, las ya clásicas imágenes del Desfile por el Aniversario de nuestra ciudad. Y por supuesto, aquellos vecinos que hemos tenido oportunidad de entrevistar, y que a mi modesto entender han escrito una página destacada en la historia de Lobos, no es aconsejable borrar del disco rígido.
Tema dos: Como nos sucede a todos, nos destacamos en determinadas áreas (cabe recordar la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner), y no en otras. Digo esto porque "entro en pánico" cada vez que le sucede algo extraño a la computadora, y hay que llamar al servicio técnico. El técnico en cuestión, probablemente, no sepa redactar, algo que yo sé hacer. Pero a su vez, yo no soy idóneo para desentrañar esa maraña de archivos, códigos HTML, configuración del sistema operativo, entre otras lides. Siempre hubo dificultades, entre los neurólogos y psiquiatras, para definir qué es la "inteligencia". Una vez, un profesional me dijo que es la capacidad de adaptarse, de hacer frente a determinadas situaciones, sin importar cuántos libros hayas leído o cuánto hayas estudiado. El tiempo hizo que terminara de darle la razón. Constantemente sobrevienen situaciones que nos desbordan, y una persona equilibrada que le sabe dar a cada cosa su justa y real importancia, es inteligente. Y además, está siendo saludable, dado que no se obsesiona con algo que no puede resolver ni mantiene un pensamiento rumiante y agotador. Sale adelante como puede. Precisamente, por lo que mencioné antes, tiene esa capacidad de no dejarse avasallar, de no dejarse manipular, y el temple necesario para ser firme cuando hay que poner los huevos sobre la mesa. Todos somos los dueños de la verdad detrás de un monitor, chicaneando por Facebook al que piensa distinto, pero cuando hay que discutir con argumentos, díganme cuántos de esos opinólogos quedan en pie y pueden sostener sus dichos. Paradójicamente, creo que ser conscientes de nuestras limitaciones nos libera de una pesada carga y nos permite sentirnos más libres. Punto final.
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