20 de octubre de 2017

El tiempo no para

"El tiempo es oro", solía decir Henry Ford, el magnate de la industria automotriz que cambió para siempre el modo de trabajar, con la producción en serie de vehículos que les ofrecía comprar a sus propios empleados. En realidad, hay distintas formas de percibir el tiempo. La más obvia, es viendo una foto tuya o de un ser querido de veinte años atrás. El resultado puede ser variopinto: que te lamentes de estar más gordo, que la casa donde vos estabas en esa imagen haya sido demolida o tenga con un aspecto diferente, que te encuentres con objetos anacrónicos como un cassette o un televisor blanco y negro. Pero hay otro tiempo, que nunca podrás saber: el que te resta de vida. Cuando la gente toma conciencia de esto, generalmente pasada la juventud, comprende que todo aquello que desea hacer, los anhelos, los proyectos, deben ser de un plazo razonable, ante la posibilidad de no poder concretarlos por su propio final. Es natural, a todos nos pasa, y si no fuera así, no habría motivación para seguir adelante.

Pero además, el modo que vos tengas de entender el paso de las horas, días y meses, varía según cada persona. Compartir un asado con amigos y encontrar en ello una excusa para reunirte con gente que querés, no es tiempo perdido. En la canción El Rito, de Soda Stereo, Cerati canta en uno de los versos: "El silencio no es tiempo perdido". Yo defiendo esa postura. Ante la estupidez, es mejor callar. No tiene sentido convencer a alguien enfrascándose en una discusión, en principio porque tu interlocutor probablemente no acepte tus argumentos o tenga otros, y en segundo lugar, porque no suma ni resta. Y ante la provocación, también es mejor callar, y alejarse de quien busca sembrar una disputa inútil poniendo en duda tu sistema de creencias (que no son sólo religiosas). El tiempo que dedicamos a nuestro trabajo, si tenemos la suerte de tenerlo, es parte de la vida misma. Muchas veces es complejo disociar trabajo con ocio. Hay tipos que se van de vacaciones, están en la playa  pendientes del celular queriendo controlar todo, y vuelven más estresados de lo que se fueron. 

El ocio no siempre es improductivo. Si te acostás en la cama mirando el techo, probablemente sí: la mente divaga entre un pensamiento y otro, como un barco a la deriva. Pero si lográs aprovechás ese momento de descanso a leer un libro, escuchar un buen disco, salir a caminar aunque más no sea unas pocas cuadras para salir de las cuatro paredes, la cosa cambia. Incluso dormir una siesta es productivo.  Porque es "tu" tiempo, no el tiempo de los demás. Y es tu manera de administrarlo con aquello que te provoque placer. Son esos momentos que destinás para vos, una autorecompensa para recargar las pilas luego de un día que te resultó agotador. Y para concluir esta breve nota, podríamos decir que el paso del tiempo te hace cambiar el modo de pensar. Yo ante ciertas cuestiones no pienso igual que hace 20 años, y sería un necio si lo hiciera, porque los hechos me fueron demostrando que las cosas no eran como yo las imaginaba, que la sociedad no funcionaba como uno suponía, y de algún modo la experiencia hace que debas cambiar el "chip" de tu cabeza, algo parecido a lo que hacés cuando cambiás el celular. Es mentira que el tiempo es tirano. Somos nosotros quienes nos sentimos sometidos a una "tiranía" que hay que aprender a manejar, cada vez con más dificultad, a medida que asumimos nuevos compromisos, como formar una familia o iniciar un emprendimiento. Punto final. 


Hasta que el destino nos alcance

  Nos tocó otros comienzo de semana con lluvia. La verdad es que hacía tiempo que tenía ganas de escribir algo nuevo. Pero, que sea algo “nu...