Los números del INDEC, repiten invariablemente la tendencia: el consumo sigue cayendo, en casi todos los rubros, pero quizás el más preocupante sea el de los alimentos. Sólo se ha reactivado la construcción y la venta de inmuebles, impulsada por el auge de los créditos hipotecarios. Si hay gente que no puede llegar a fin de mes, ¿cómo pensar en acceder a una casa propia? La distorsión de precios al consumidor es tal, que un mismo producto puede valer un 10 o 20 % menos de un supermercado a otro, pero esa oferta la compensan con aumentos de otros alimentos de primera necesidad. Si tenemos una empresa láctea que ejerce una posición dominante y que asfixia económicamente a los tamberos, es lógico suponer que le pueden poner a un litro de leche el precio que deseen, excepto que se den cuenta de que están vendiendo menos. Para abaratar costos, cada vez más familias acuerdan realizar una compra mayorista, o van al Mercado Central donde las frutas y las verduras no pasan por ningún intermediario.
Fijar el valor de la nafta en precios internacionales no traerá más que nuevos aumentos, porque aunque en algún momento el precio del petróleo baje, esta merma nunca se trasladará a los surtidores. Aranguren es uno de los ministros más resistidos dentro de las internas de la Rosada, pero en realidad es obvio que los tarifazos tuvieron el visto bueno del Presidente. Muchas oficinas de Defensa al Consumidor, mucho Defensor del Pueblo, pero los "puentean" descaradamente. La AFIP anuncia con orgullo que aumentó en un 30 % la recaudación, cuando vemos que la maraña de impuestos nacionales y provinciales que paga el argentino promedio destruye su poder de compra. La ropa está más cara en Argentina que en el resto de los países del Mercosur, como consecuencia no sólo de los aumentos en los costos de producción, sino en todos los impuestos que estamos pagando cada vez que compramos una camisa o una remera.
En la Provincia, ante este panorama poco alentador, la promo del BAPRO que te devuelve un 50 % de tu compra con tarjetas de débito o crédito, es un paliativo, como lo fue la devolución del 5 % del IVA, que este Gobieno eliminó. También resulta muy fácil hacer demagogia y salir a plantear como eje de campaña el hecho de reducir el IVA a determinados alimentos. Habría que analizar caso por caso para evitar avivadas, porque este es el país de la "viveza criolla", y los empresarios no son la excepción. El día que los jueces y los altos jerarcas de la Iglesia paguen el Impuesto a las Ganancias como el resto de los ciudadanos, empezaremos a ver un poco más de equidad. Punto final.
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