12 de agosto de 2022

Fumata blanca?

 Viernes al fin!!! Estamos en la puerta de un nuevo fin de semana largo. Y vale la pena comenzar con una reflexión, quizás algo cándida e ingenua, pero no por ello menos real. Cada vez que cae la noche y uno reposa sus huesos en la cama, es inevitable pensar en el día siguiente. Y lo que nos parece una obviedad o algo que damos por sentado, es que ese día estaremos vivos.

Pero, como ustedes sabrán, muchos pacientes tienen un diagnóstico por una enfermedad que apenas le concede unos pocos meses, y entonces cada día se resignifica. De más está decir que, los que no estamos en esa situación no podemos concebir todo lo que pasa por la mente de esa persona que sabe que su tiempo en este mundo se adelantó, y que lo que le resta de vida será un aprendizaje para el final inminente. Metafóricamente, es similar a cuando vas a ver a una banda de rock, está por concluir el show, la gente pide un bis, pero no: El telón se baja abruptamente.

Pero, tanto en sanos como enfermos, muchos harían todo lo posible por borrar de su memoria episodios vergonzosos y humillantes. Amores frustrados, agresiones recibidas sin ningún motivo, traiciones y deslealtades. A mí me pasa de vez en cuando. No sé si eso de me hace una persona sensible respecto a las acciones de terceros. Como todos, tuve que aprender a convivir con una sociedad donde la mayoría busca sacar ventaja, y no hay ninguna clase de solidaridad en situaciones apremiantes. Ahora se habla mucho de empatía, pero no es nada nuevo, aunque esa palabra aparezca por todos lados. Lo podríamos resumir de un modo más simple: Ponerse en el lugar del otro para tratar de entenderlo y ayudarlo, si es que realmente lo querés hacer.

Aunque reniego más de la cuenta, y me quejo si las cosas no salen como yo esperaría, hay un punto en que es necesario exigirse sin llegar a terminar fulminado. Debemos cumplir con el trabajo y con todo lo que hacemos, cada uno desde su profesión o según sus horarios. Claro que dormir una siesta no está mal si disponés de ese tiempo y te ayuda a cargar las pilas para lo que resta del día. Una cosa es la haraganería, y otra el descanso. Si entendés eso, la valoración que hagas de las 24 horas será diferente y vas a poder distinguir de un modo más asertivo dónde radica esa diferencia entre estar con el celular como si fuera un juguete, y dormitar.

Tenemos mucha gente de mierda que sigue actuando como dictadores del destino de los demás. Estamos viviendo de un modo contrario a lo que es nuestra naturaleza: celebramos el éxito ajeno con gran hipocresía y nos lamentamos de nuestras miserias. Es decir, envidia, que hubo y habrá siempre. A mí me provoca satisfacción que a un amigo o conocido le vaya bien, si es que consiguió esos logros lícitamente. Pero para qué engañarnos, todos tenemos un poco de eso, en algún momento sentimos algo parecido a la envidia aunque lo queramos disimular con otra actitud.

Según uno de sus biógrafos, el fallecido fundador de Apple, Steve Jobs, antes de cerrar algún negocio importante, iba con su socio o inversor (depende del caso), y emprendía una breve caminata. Así ambos iban hablando, obviamente, de lo que pretendían. Lo políticos también lo hacen: Todos recordamos la famosa foto de Alfonsín y Menem caminando por los jardines de la Quinta de Olivos, en la transición de lo que sería el futuro gobierno del riojano.

Sin llegar a compararme con Jobs, volveré a caminar por lugares que dejé de frecuentar. Hoy fui al Parque luego de muchísimo tiempo, a dar unas vueltas en bici. Estuvo bien. Pero el secreto es tratar de poner la mente en blanco, o en piloto automático, lo cual les bastante difícil. No podés salir a un espacio verde con un montón de problemas y quilombos encima, y suponer que te vas a despejar de eso. Me refiero a que por más que caminar o trotar sea bueno para ejercitarse, todo eso que te pasa sigue estando en alguna parte del chip. 

Con el cigarrillo me pasa algo parecido. Cuando fumo un pucho, trato de disfrutar esos 10 minutos de tabaquismo sin pensar en nada más. Porque fumar para bajar un cambio, no siempre da resultado, los compromisos que tenés o lo que te quedó pendiente sigue estando ahí en tu cabeza. Uno de los hábitos placenteros (y tóxico, lo sé), es pasar unas horas de las noches de verano sentado en la reposera o recostado en el pasto del patio de casa, recién cortado, y mirar las estrellas mientras fumo un cigarro, ver pasar algún avión quién sabe hacia dónde... Cuando hago eso no pienso en nada porque el día ya está por concluir o lisa y llanamente terminó si es que pasó la medianoche, por lo cual no hay demasiado para resolver. Y así la rueda sigue girando. Cada uno con su librito, digamos. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

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Nos estaremos viendo pronto

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