1 de agosto de 2022

Siempre estamos a tiempo de "algo"

Lunes por la noche en la ciudad. Ya cumplí con mi trabajo, durante el día hice algunas cobranzas, y estimo que para mañana terminaré con eso. Después, a pagar impuestos y lo que cualquiera hace cuando tiene unos pesos encima. Pensaba en escribir algo antes, pero había mucho ruido en la casa, y no podía plasmar las ideas que tenía en mente como yo quería. Me gustan más los días hábiles, o "de semana", como solemos llamarlos, porque hay más actividad y más posibilidad de hacer notas. Sábados y domingos tienen otro matiz, puede que haya algún evento por cubrir, pero no sé qué relevancia tienen para el lector. Además, fuera de eso, casi no salgo a ningún lugar, léase boliches o lo que sea, como mucho me puedo tomar un café con algún amigo, y eso es todo. Pero no lo digo como un lamento, ni estoy arrepentido por no hacerlo. No me interesan esas cosas, ya las hice, y hoy prefiero tomar mate en el Parque o en mi casa, leer algo, muy tranquilo. Porque si no estás tranquilo, es poco probable que consigas rendir bien en tu laburo.  

"De vez en cuando la vida", es el título de una bellísima canción de Serrat, que también es una de las más conocidas. Y hay mucho de azar y de casualidad en los hechos que se van dando en nuestra vida. De lo contrario, sería un camino lineal del nacimiento hasta la muerte. Pienso que cuando algo da un giro imprevisto, una "vuelta de tuerca" por motivos ajenos a nuestra voluntad, ello se produce porque no podemos predecir las acciones del resto de la sociedad hacia nuestra persona. Es cierto aquello de que "uno cosecha lo que siembra", pero sobran ejemplos de gente que no sembró absolutamente nada y se encontró en una situación de prosperidad, por los motivos más insólitos. El filósofo francés Jacques Monod indagó sobre esto y escribió un ensayo notable, "El azar y la necesidad". No comentaré el contenido del libro por si alguien está interesado en googlearlo o en conseguir el ejemplar. Otro libro de cabecera, más conocido que el anterior, es "Del sentimiento trágico de la vida", de Miguel de Unamuno. Este último aborda, a su modo, el misterio que es vivir, más que el misterio de morir. Hace un enfoque inverso. 

Las personas hedonistas, que buscan el placer en lo cotidiano o en viajes exóticos, no son necesariamente vulgares o haraganas, simplemente entendieron de un modo que puede resultar discutible, que el tiempo es ahora, y que si tenés la guita para viajar no hay razones para no vacacionar. A veces me da la impresión de que, dentro de lo que llamamos "grieta", hay una suerte de lucha de clases, tal como lo entendía el comunismo, entre "gente bien" venida a menos, contra pobres que lo fueron siempre. Por ejemplo, no es casual que en La Nación, casi todos los días publiquen notas de jóvenes o no tanto que decidieron irse del país, y que obviamente les ha ido bien, lo cual es muy curioso porque nunca te van a contar la historia de quienes tuvieron que regresar con la frente marchita porque no consiguieron trabajo, porque los deportaron, o el motivo que fuera. Para los redactores de LN, irse del país es una consecuencia de la crisis y a su vez lo plantean (casi) como el único camino posible. A ese tipo de notas, realmente no sé si llamarlas tendenciosas, pero sí creo que ocultan bastante de la vida del migrante en todos los niveles. Es una apología del desarraigo, del viejo aforismo que dice: "La única salida es Ezeiza". En Tierra del Fuego, y en la Patagonia en general, sigue habiendo bastante laburo. Pero bueno, yo no me voy a poner a juzgar a quien prefiere irse a vivir a Barcelona...

Claro que, esos mismos medios, también dedican un espacio más que generoso a economistas liberales, que a veces tienen ideas respetables, pero que nunca se concretarán. Esto ocurre por varios motivos. Primero, porque producen un profundo rechazo y nadie los votaría. Y segundo, porque ellos conceden reportajes a medios que representan el pensamiento de la gente que los lee. Todos los días, después de desayunar, hago un repaso por todos los portales de noticias, y si hay una nota que está bien escrita, me invita a leer, aunque yo no coincida con lo que dice. Si vos tenés espíritu crítico, vas a sentirte más libre, ya que no hay nada más restrictivo para una persona, que el hecho de que le digan cómo tiene que pensar. 

Yo no soy esa clase de sujeto, quizás porque mi manera de pensar no es binaria, digamos, y puedo admitir casi cualquier opinión siempre que no sea fascista o contraria a la libertad en todos los sentidos. Que respete o tolere las posiciones ideológicas del otro, no significa que renuncie a las mías. Es cuestión de convivencia, un pacto para vivir. Como decía la revista Noticias con su recordado slogan: "Entender cambia la vida". Punto final. 

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