11 de agosto de 2015

El drama de vivir bajo el agua llegó a LOBOS

Desde 1983 (o 1985, existen varias versiones) que los lobenses no vivíamos una situación semejante. Inundados, con vecinos que vieron azorados cómo el agua entraba a sus casas como consecuencia de 300 mm. de lluvia que cayeron entre el viernes y el lunes. Hoy la situación mejoró levemente, por el sólo hecho de que no llovió, pero los expertos en meteorología aseveran que se trata de un paliativo, y que a partir de mañana miércoles, el cielo volverá a llorar. Más agua, más angustia, más miedo e incertidumbre para decenas de familias, sobre todo aquellas que residen cerca del Canal Salgado. Un curso de agua donde los hijos de puta de siempre arrojan basura, total qué más da, para qué tener residuos en casa o esperar que alguien los recoja cuando se pueden tirar en en canal. Es así como aparecieron bolsas, cubiertas de autos, gabinetes o carcazas de televisores viejos, flotando sobre el agua. Porque es así, a nadie le importa nada, a ver si nos hacemos cargo de lo desaprensivos que somos, y de la discriminación. "Los negros de m....", dale con eso, dale con lo mismo, ojalá no fueras vos en que tiene el agua hasta las rodillas, por forro y fascista.
Señor de la extrema derecha: permítame que le explique que los "neg..." no son necesariamente delincuentes, chorros, drogadictos o proxenetas. Hay gente de bien, gente de trabajo, en los barrios más postergados, lo cual es algo que cierto sector de la clase media venida a menos nunca va a saber entender. Para qué preocuparse en entender cuando es más fácil recurrir a los prejuicios, ¿no? Porque como suele suceder, esa misma clase media resentida es la que se cree el Papa Francisco por donar un paquete de yerba. A ver si aprendemos de una vez, dejémonos de joder, y que esto nos sirva de lección A TODOS. Porque evidentemente hubo obras que no se hicieron, o que se hicieron mal, y es tan perverso quien se robó la guita y no las hizo, como aquel que pretende sacar un rédito político de esto. Ahora que (casi) nos tapó el agua, nos damos cuenta de que la fiesta de los cortes de cintas, de las inauguraciones, terminó, y que hay que ponerse las botas para meter las patas en el barro. Punto final.

A la vuelta de la esquina

  Mitad de semana en la ciudad. No sé qué les pasará a ustedes, pero yo ya no me preocupo tanto como antes respecto a situaciones que aparen...