Pasaron ya dos siglos pero las cosas no han cambiado demasiado: Argentina sigue siendo un país agroexportador, por más trabas comerciales que existan. Vale decir: exportamos cereales y carne, e importamos todo lo demás. La política de "sustitución de importaciones" impulsada por el Gobierno es un fracaso absoluto, por varios motivos: 1) Los productos electrónicos que se fabrican o ensamblan aquí son de pésima calidad, 2) Aunque aparentemente ciertos juguetes o autopartes, por citar dos ejemplos, se fabriquen en ARG, están a "precio dólar", y 3) Si se te rompe cualquier cosa que haya sido industria argentina, vas a tener que esperar tres o cuatro meses, con suerte, para que puedas conseguir el repuesto y que lo dejen ingresar a la Aduana.
La gente no compra algo por el sólo hecho de ser importado (al menos no es mi caso), sino porque es de mejor calidad. Y los estándares de calidad que se manejan en el país dejan mucho que desear. Insisto, la soja, el "yuyo" del que tanto habló Cristina, sigue siendo la tabla de salvación de este Gobierno en concepto de retenciones. Esto no significa que yo sea un gorila o un oligarca, son hechos objetivos: no tenemos en ARG un "Silicon Valley", un polo tecnológico, es totalmente impensado suponer que acá se puede fabricar un televisor o un celular. Y lo poco que entra importado, es de China. Seguramente, como consecuencia del acuerdo comercial que Argentina suscribió con el gigante asiático. Así, es difícil que las cosas funcionen, que los artefactos no se rompan, porque un aparato chino es sinónimo de berreta, aunque sea feo decirlo. Los coreanos y los japoneses, ¡inclusive los mexicanos! se manejan con otros estándares de calidad. México lo hace, sobre todo, porque es socio comercial de EE. UU. y a los yanquis no les pueden vender cualquier basura. Y no me jodan más con las trabas arancelarias, con que no nos dejan competir, con esto y aquello. Si hacen las cosas bien, si invierten para fabricar electrodomésticos como debe ser, la gente va a apoyar a la industria nacional. Caso contrario, seguiremos con el atraso crónico que es propio de un país periférico, totalmente desconocido fuera del ámbito del Mercosur. No hace falta mirar muy lejos. Si Brasil puede fabricar celulares, tablets, y otros artículos "hi- tech", ¿por qué no podemos hacerlo nosotros? Punto final.
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