14 de agosto de 2020

Los muertos invisibles

Arranco este fin de semana tomando unos mates, escuchando las noticias por la radio, y preparándome de la mejor manera para comenzar el día. No me desvela la apertura de bares y otros comercios, antes quizás eran lugares que yo frecuentaba más asiduamente, pero esto me cambió la rutina. Hay hábitos que llegaron para quedarse, y otros que no volverán. Hay gente que ya no podrá recuperarse más del quebranto económico por más incentivos que brinden, y otros que todavía tienen un margen para resistir. Está claro que Lobos quiere implementar el mismo criterio que Capital, lo cual no es casualidad porque ambos territorios son de "dominio PRO". Es necesario buscar un equilibrio, porque puede suceder que haya un nuevo pico de contagios y las mismas autoridades que autorizan las habilitaciones van a ser responsables de esto. Veámoslo de este modo: ya no será la gente que "se relaja", sino ellos que están permitiendo este relajamiento.

Tengo muchos amigos y conocidos ligados a la gastronomía, y sé que necesitan abrir. El tema es cómo hacerlo, y cuándo. La mirada del Ejecutivo está más puesta en lo que hace Larreta que en los lineamientos del Ministerio de Salud. Si hay que retroceder en los permisos (ojalá que no ocurra), será exclusiva responsabilidad de las autoridades municipales. También es cierto que, transcurridos más de 150 días, no hay economía que aguante. Pero hay cosas que pueden esperar: espectáculos masivos, boliches, fútbol, y apertura de shoppings de CABA. Creo que modalidades como del delivery y el "take away" también llegaron para quedarse, aun cuando haya mayor apertura. Son alternativas más seguras.

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Por otra parte, de a poco Lobos va recuperando el movimiento que supo tener, si lo comparamos con fines de marzo cuando la ciudad era un páramo. En particular, marzo y abril fueron los peores meses que viví en casi 20 años de dedicarme a mi profesión, que se sustenta con los anunciantes y clientes. Económicamente, me destruyó, lo cual me hizo trabajar con la mitad de mis ingresos habituales. Pero lo que me haya pasado a mí no interesa, no pretendo "dar lástima", cuando aun puedo subsistir de otra manera. Lo más irónico es que en los barrios más postergados, la gente vive hacinada porque en una casa hay una familia numerosa que no puede cumplir en su totalidad con las medidas sanitarias, que no tiene calefacción, ni cloacas, y nunca nadie se preocupó por ellos. Son los muertos invisibles, no salen en televisión porque viven en una villa miseria. 

Hay pocos programas periodísticos serios en la TV abierta, y parece que estamos demasiado pendientes acerca de "en que lado está" cada uno. Nos fijamos mucho si Fulano es anticuarentena, si es provida, abortista, y no nos damos un tiempo para escuchar qué tiene para decir el periodista en cuestión. Cada uno puede hacer la lectura que desee de un determinado mensaje, pero no nos quedemos en la mezquindad, y no renunciemos a nuestros derecho a pensar la realidad. Cuando dejamos que los demás piensen por nosotros, también estamos permitiendo que decidan por nosotros. Recuerdo, por ejemplo, cuando el cofundador de Apple, Steve Jobs, fue noticia con motivo de su fallecimiento. Nadie se preocupó por explicar cómo llegó a manejar una de las empresas más exitosas del mundo, y tardíamente se difundieron imágenes de su célebre discurso en la Universidad de Stanford. Fue un emprendedor, un tipo bastante autoritario, pero que era exigente consigo mismo y con los demás. Parece que en Argentina no "vende" ese tipo de modelos, nos inclinamos a hacer las cosas "a medias", al facilismo. Vivimos sometidos por los dictados de un grupo de "iluminados" que deciden qué se muestra y qué no en los medios. Me pregunto si Steve Jobs hubiera triunfado de haber nacido en Argentina, donde la mayoría busca pisarte la cabeza cuando ven que tenés talento y capacidad para algo que el resto envidia o ve como una competencia. Punto final. 

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