26 de junio de 2022

Nuevos desafíos

Domingo por la tarde en la ciudad. De vez en cuando, entro en un "bloqueo creativo", pero de a poco me cebo unos mates y me surgen algunas ideas. La falta de inspiración les pasa también a los escritores consagrados y a muchos periodistas más reconocidos que yo. Básicamente, lo que sucede es que los textos no te salen enseguida, podés tenés una idea de lo que pretendés redactar pero no llega a ser convincente. También tiene que ver con los estados de ánimo. Si uno está afrontando un hecho que le genera una preocupación, es muy difícil remarla en lo cotidiano, y más aún si tenés que escribir una nota. Hay músicos o bandas que pasan hasta 10 años sin lanzar un disco nuevo, y cuando lo hacen, no siempre el resultado es el mejor. Pero es apenas un mero ejemplo, porque yo jamás me podría dar el lujo de estar 10 años "parado", es demasiado tiempo y además no tendría de qué vivir. Siempre intento no repetir un determinado tema, o si lo hago, buscarle un enfoque diferente. Me planteo nuevos desafíos, que salgan bien o no ya es otra historia.

 Como hace 17 años que escribo en este blog, inevitablemente (si leen las notas que están disponibles en el archivo), encontrarán contradicciones o tópicos que se reiteran. Tampoco ayuda, por así decirlo, que el país, en los últimos 20 años, transite por un sendero que nadie sabe bien hacia dónde va. Hemos tenido períodos de prosperidad, sí, pero son demasiado breves y por ese motivo todo vuelve a ser como antes. La presidencia de Kirchner tuvo algunos puntos positivos. Además, el tipo era "la esperanza", era "lo nuevo", sobre todo para quienes nunca lo habíamos escuchado nombrar, porque venía de una provincia como Santa Cruz que es ignorada para el común de la prensa nacional ya que carece por completo de federalismo. Hay, es cierto, algunas frases que no lo dejan bien parado, como cuando Menem visitó ese territorio y Néstor lo calificó como "el mejor presidente de la historia después de Perón". Pero bueno, esas cosas caen pronto en el olvido y quizás se dejó llevar por la euforia del momento y las regalías del petróleo, por no mencionar que fue un ferviente defensor de la privatización de YPF, empresa que luego CFK terminó estatizando nuevamente. Claro que no fue gratis: A cambio, tuvo (o tuvimos) que otorgarle una indemnización millonaria a Repsol. Los gallegos no se iban a ir con las manos vacías. 

Nadie guarda un buen recuerdo de 2002. Es más: Hay gente que prefiere pensar que ese año nunca existió. Ayer se cumplieron 20 años de la masacre de Avellaneda, cuando dos policías asesinaron a Kosteki y Santillán, esos militantes de los cuales casi todos conocemos solamente el apellido. Ver las fotos que sacaron los reporteros de Clarín y La Nación en ese momento, hiela la sangre. Esos muchachos no merecían morir, en realidad sólo pocas personas merecen desparecer bajo tierra (dictadores, narcotraficantes, violadores, y un par personajes más). No hay argumento válido para que esos muchachos hayan sido acribillados a escopetazos, en el mejor de los casos los hubieran metido en cana y listo... Lo que está claro es que alguien dio la orden de reprimir, como ocurrió también en 2001. Y esos tipos nefastos con una mísera cuota de poder deberían estar presos como los autores intelectuales del crimen. 

Muchas veces el tiempo termina dándonos la razón, y en otras, nos demuestra que estuvimos francamente equivocados. No es lógico hacer pronósticos a largo plazo respecto a la Argentina. Esa inestabilidad se traduce en lo emocional, y retomo lo que decía al principio: la gente acaba enfermándose de estrés o de depresión, tragando pastillas todos los días para sentirse en condiciones de afrontar un día con algo de calma. Lo que sucede en el día a día repercute en tu salud, y por eso hay que surfear en aguas clamas o embravecidas. Claro que yo podría enumerar más causas que nos llevaron a la debacle, pero no tiene mucho sentido, porque la mayoría de ustedes las conocen, y se repiten de un modo casi masoquista, como si nos gustara caer en el pozo cada dos o tres años. Más de uno se ha preguntado cómo sería todo si viviéramos en otro país, pero entra en el terreno de lo hipotético. Los que emigraron, no siempre son un ejemplo de bienestar, seguramente ganen más plata, pero no se han hecho millonarios. Y otros se la bancan como sea porque no quieren volver con la frente marchita y sentir que fracasaron ante el ojo de los demás. 

Yo hago mi camino de la mejor manera posible, y cada cual hará el suyo. No me desvela el dinero, con vivir bien me es suficiente, no me interesa comprarme un auto ni el último modelo de celular. Lo que sí es una mierda, es ver que esos pesos que juntaste o ahorraste no valen nada, ni siquiera para comprar dólares, algo que yo no suelo hacer, pero sé que hay muchos clientes frecuentes de las "cuevas" para hacerse de esos ansiados billetes. En una próxima nota me voy a dedicar más a abordar esa obsesión argentina por el dólar. Punto final. 



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