12 de junio de 2022

"Punteros" (Cuento)

 La estructura política oculta (o no tanto), detrás de los grandes partidos, está conformada de la siguiente forma: Primero están los militantes de base, que son los giles guiados por los principios e ideales que pegan carteles o pintan paredes en apoyo a El Jefe. Ellos creen que se los compensará de algún modo, y si no es así, se verán satisfechos con el solo hecho de que El Jefe gane. Después venimos nosotros: los punteros. Andamos con autos y con fierros, porque más de una vez tenemos que ganar espacio a los tiros para despejar el terreno de los del otro partido. Hacemos un laburo territorial, o como dicen los pibes que van a la universidad, "un trabajo de campo".

 Por eso, entramos adonde nadie se anima a entrar, y nos jugamos todo porque a nosotros sí nos bancan toda la logística, digamos. Primero vamos a una casa donde sabemos que podemos estar tranquilos, y hacemos una reunión con los vecinos. Los persuadimos de las bondades de votar por El Jefe, les decimos que estamos cagados de hambre al igual que ellos, y que hay que cambiar, muchachos, porque la oligarquía y los monopolios nos están destruyendo los salarios, que cada vez la plata alcanza menos, y que hay que pensar en el futuro de nuestros hijos. Cuando vamos de a dos, el Pali y yo, dejo que hable él porque tiene más labia, algo habrá leído este para sonar más convincente que yo. Así estamos media hora o poco más, y en un momento me dice en voz baja: "Gordo, ahora te toca a vos". Yo hago el trabajo sucio. "Muchachos, para asegurarnos de que el movimiento popular perdure en la memoria colectiva y que recuperemos el triunfo en las urnas, hay que votar, ustedes lo saben, y nosotros les vamos a dar algo si ustedes están dispuestos", les explico sin demasiados preámbulos. 

Saco una boleta, la apoyo sobre una mesa, y les digo: "Acá va a cobrar el mismo día de la elección, sólo el que nosotros sepamos realmente que lo va a hacer por nosotros. Si no, se quedan en bolas". 

Entonces, hago un pequeño doblez en el ángulo superior derecho del último tramo de la boleta, donde se ve la cara de El Jefe sonriente. "Ustedes van a llevar la boleta en el bolsillo, y le hacen este doblez, no importa si la punta queda para arriba o para abajo, tiene que ser visible pero no lo suficiente para que alguna autoridad de mesa empiece a patalear. Si lo hacen bien, ese voto de cada uno no puede ser impugnado. Les explico, impugnar significar rechazar, que no sirve, y si no sirve, no hay guita, ¿Entendieron? Lo demás ya lo saben, meten la boleta en el sobre, luego en la urna, y listo". 

Uno que se arrimó preguntó cuánto le íbamos a pagar. Le cedí la palabra al Pali que era más diplomático, para resolver ese punto que en algún momento iba a surgir: "Muchachos, ustedes saben muy bien que somos oposición, que queremos recuperar el gobierno, y que la "caja" la tiene el oficialismo. Nos estamos jugando una patriada con esto. Les vamos a dar 1.000 pesos a cada uno siempre que ustedes cumplan con lo pactado. Al Gordo y a mí ya nos conocen, no es la primera elección que venimos a verlos. Y acá tiramos todos para el mismo carro, El Jefe tiene que ganar, recuperar el municipio y la conducción, para que podamos recuperar la dignidad y los derechos que nos fueron arrebatados", sostuvo en un tono tan enfático que arrancó algunos tímidos aplausos. 

"Los vamos a pasar a buscar el domingo para que vayan a votar. Vayan tranquilos con el documento y no hagan boludeces, porque si uno se manda una cagada, no cobra nadie, ¿Entendieron?", advirtió el Pali. 

Los muchachos/as dijeron que sí, mientras se turnaban para calentarse las manos en una estufa con garrafa. En eso apareció otro de los nuestros, pero no se asomó al rancho, nos miró de reojo y nos hizo un gesto para que nos acercáramos. 

- Vengo de parte de El Jefe. Sabés que soy el jefe de campaña y que estoy por encima de ustedes. No es la primera vez que hacemos esto y perdemos igual. 

- Sí, es cierto, pero es la manera más segura de ganar- respondimos. -Somos mercenarios, si nos quieren sacar los pies del plato nos mandamos a mudar y les damos los votos a otro. 

- No, no es eso...- Dijo el enviado con ánimo componedor. -Dénle algo a esta gente ahora, ¿No ven que se están cagando de frío? Repartan garrafas, toda esa mercadería de los almacenes que son del palo y que van a tirar porque ya está a punto de vencerse...nadie les va a dar un cheque en blanco a ustedes dos. 

-Eso ya lo sabemos. Nosotros también somos pobres, aunque no tanto como ellos. A nosotros nos contrató El Jefe para hacer este laburo y nos van a tener que pagar también. Esto es una cadena. 

-Macanudo, si ya lo saben, háganlo. Si ya les explicaron todo el tema de la boleta, vuelvan acá dentro de unos días y traigan algo. Si es carne mejor.  

Nos dijo que no había margen de error, algo que no nos interesaba escuchar, y el emisario se fue. Empezamos a averiguar en un frigorífico de la zona cuánto nos salía comprar asado, necesitábamos por lo menos 10.000 kilos, eso lo hice yo, y el Pali se encargó de comprar, vino, harina, aceite, y algunas cosas más. A los tres días llegamos en dos camionetas y volvimos al mismo rancho, los llamamos uno por uno y fuimos repartiendo. Era el jueves previo a la elección.

-Gente, eso va como adelanto- les dijimos. 

Uno que tenía vocación republicana, por así decirlo, chicaneó: "¿Se creen que somos boludos? ¿Nos están comprando? ¿Y ustedes cuánta guita se llevan?".

Metí la mano en el bolsillo, estaba a punto de sacar la pistola para amenazarlo o pegarle un culatazo, pero el Pali me contuvo. 

-No es como usted dice. Sabemos que tienen necesidades y, hasta que El Jefe no gane el domingo, es esto lo que podemos darles. Luego se verá. Nos han pedido falopa a cambio de votos, pero eso no lo podemos hacer porque sería demasiado riesgoso. Sólo les traemos esto, viene a cuenta de lo que les vamos a pagar el domingo. Si usted piensa que lo estamos "comprando", eso corre por su cuenta. Acá en el barrio repartimos a todos por igual. Lo de la boleta es muy simple y ya se los explicamos, pero vos no estuviste en esa reunión. 

El desconocido farfulló algo incomprensible, y se fue. ¿Y si era un infiltrado? Le preguntamos al resto de los que estaban allí, pero aseguraron no reconocerlo. 

-Miren que si nos hacen una cama, caemos todos. Que nadie se pase de vivo haciendo un video con el celular o sacando fotos excepto cuando nosotros se lo indiquemos, muchachos. Esto es una reunión privada.

Llegó el domingo y, como veníamos haciendo desde hacía más de 20 años, el Pali yo pasamos a buscar a todos en un furgón. Les recordamos brevemente lo de la boleta, los fuimos dejando en la escuela donde cada uno debía votar, y ya no había mucho más que hacer hasta que terminaran los comicios. Pero a su vez, armamos un grupo de WhatsApp por cada barrio. Debían sacarle una foto a la boleta segundos antes de introducirla con el sobre en la urna. 

En la recorrida, notamos algo sospechoso, y era que los oficialistas, con sus punteros, estaban al tanto de que algo "raro" podía pasar. Y fueron al mismo barrio que nosotros. Redoblaron la apuesta. Les ofrecieron más guita por voto, y algún puesto en el Municipio. "Un puesto por familia, como contratados", aclararon. Nosotros éramos cuatro punteros, se habían sumado dos por ser el día de la votación. Ellos eran seis. Nos bajamos de la combi y casi de inmediato nos empezamos a agarrar a trompadas. Tenía una faca por si la cosa se ponía pesada, pero un puntero apuñalado en una emboscada inevitablemente iba a ser noticia y podía perjudicarnos, así que me defendí a patadas y trompadas.

-Hijos de puta, ya van a ver lo que va a pasar, les cagamos el negocio!- dijo uno de ellos. 

-El pueblo no se equivoca papu, van a perder por chorros e inútiles!-replicó uno de los nuestros, mientras se limpiaba con un pañuelo el rostro ensangrentado. 

Se hicieron las 18 hs, y estábamos expectantes al comienzo del escrutinio. Cada fiscal de mesa de nuestro partido estaba al tanto de todo, y comenzó a corroborar que la estrategia diera resultado. Pero algo falló. Habrían transcurrido 30 minutos de las seis, cuando una fiscal me llamó. 

-Gordo, te lo voy a a decir rápido porque tengo que seguir fiscalizando y no puedo levantar la perdiz. ¿Vos te pensabas que estos tipos del oficialismo eran nenes de pecho? Hicieron lo mismo que ustedes, pero al revés: En lugar de comprar votos con un doblez en el ángulo de arriba de la boleta, lo hicieron con el ángulo de abajo. Y les ofrecieron más guita. Te lo dije, ellos tienen la caja y ustedes y El Jefe son una manga de pelotudos. Me extraña la ingenuidad que tienen. 

Cerca de las 20 hs se conoció el resultado provisorio. El Jefe había perdido por 200 votos. Es cierto, no perdió por paliza, pero según la retórica bilardista, esto es como el fútbol, cuando un equipo pierde, da lo mismo que lo haga por un gol o por diez. De ahí en adelante, nosotros, el Gordo y el Pali, nos pasamos al otro bando, y seguimos así, laburando con viento a favor. Nadie se salva solo, dicen. 

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